Hace más de un mes escribí una historia para #NoTengoMiedo. Ahora se las presento:
Gretel:
Aunque siempre haya dicho que no... He tenido miedo, mucho miedo.
Mi madre sabe quién soy y cuál es mi orientación sexual desde los 18 años. Pero este tema siempre ha quedado dentro de las paredes de mi domicilio. Ella me hizo prometerle que jamás le diría a los demás. No quería problemas ni habladurías de la gente, porque su hija tuviera este tipo de "inclinaciones desorientadas".
Así viví. Tuve que hacer borrón y cuenta nueva en mi vida, dejar de hacer las cosas que solía hacer porque mi madre relacionaba todo lo que antes hacía con cosas de lesbianas (cosas poco femeninas). Dejé de jugar al fútbol, comencé a usar vestidos y zapatos de tacón. Me maquillé. Fui un personaje y ese personaje me absorbió por completo... Tanto me absorbió que acabó con mi vida.
Así viví... o morí: inmersa en un mundo de represión y de miedo. Hasta que un día tuve una revelación. Fue sencilla, pero fue intensa: ¡Tenía que moverme! Conocí más casos de personas enclaustradas en sus propios miedos, que no podían vivir las vidas libres que deberían tener. Me sentí tan identificada con esas personas que desde ese momento no he parado.
Luché contra mis voces internas y contra la negativa de mi madre quien, al ver que asistía a "reuniones de lesbianas", me dio el ultimátum de buscarme otro lugar donde vivir si continuaba con esto.
Luché y lucho junto con otrxs chicos y chicas que también quieren un cambio, que también quieren la igualdad. Desde el año pasado comenzamos esta hermosa campaña de Unión Civil Ya, que me llevó a las calles para informar, educar, recoger opiniones (adversas y favorables), que me llevó a sentirme más orgullosa de quien soy a y querer gritar a los cuatro vientos que soy completa y absolutamente feliz conmigo misma.
Mi madre, después de todo este cambio radical, después de pasar por momentos de crisis al verme tan expuesta, es ahora una de las personas que más me apoya. Ella entendió. Ya entendió. La familia ahora habla, muchas de las cosas que dicen son negativas. Para ellos soy “la machona”, “la hombre”, la que no dará a mi madre los nietos que merece, la que siempre será marginada porque lleva peinados raros (cabello rapado como “solo” los hombres deberían llevar). Soy, en pocas palabras, la que está yendo en contra de todas las reglas de una familia súper conservadora.
Mi madre escucha, ríe y me defiende orgullosa de su hija abiertamente bisexual, abiertamente activista. "Mi hija salió en la televisión. Sí. Ella fue la que estuvo en el Congreso con sus amigxs del colectivo defendiendo el Proyecto de Ley (de Unión Civil). Ellxs están logrando un cambio. Mi hija está haciendo el cambio. ¿Ustedes qué hacen?", la escuché decir en la última reunión familiar hace tres días. Lloré, les juro. Ella ahora me defiende. Está orgullosa de mí.
Ella salió del clóset y yo la amo.
Ahora ya #NoTengoMiedo, porque ella tampoco tiene miedo. Las dos somos ahora parte del cambio.